El uso de estas películas llega también a los hogares, por ejemplo en las mamparas de la ducha, porque resisten las altas temperaturas y la humedad. Gran virtud.
La contra es que no se juega mucho por el diseño, en cambio pone todo su empeño en ser un material con alta resistencia a los avatares y al paso del tiempo. Resisten las rayaduras, contienen el vidrio si éste se rompe, impiden el ingreso de los rayos UV, deja pasar la claridad y se mantienen limpias como cualquier vidrio: con agua.
Estas películas son de poliéster y se instalan fácilmente quitando la protección del pegamento que llevan en la cara posterior, se pulveriza con agua, se pasa la solución jabonosa sobre el vidrio (previamente limpiado) y se presiona con un secador de goma desde el centro hacia los costados. Es conveniente dejar entre el borde de la lámina y el contravidrio 2mm. Se deja 1 ó 2 días y listo. A simple vista parece un vidrio esmerilado, pero su proceso fue mucho más sencillo.
En el mercado local, se comercializan a través de Láminas Corsol (Santa Rosa 1506), el m2 cuesta $ 95 de 1.52m de ancho. La firma cordobesa ofrece demostraciones en su local o también ofrece colocadores a quienes prefieran delegar la tarea.
jueves 07 de marzo | 2013
Sombras nada más
(Por Andrea Soria) En las construcciones contemporáneas es habitual el uso del vidrio, sobre todo en espacios de trabajo donde las superficies son reducidas y la integración se logra con la transparencia del material. Sin embargo, hay situaciones que obligan a contemplar cierto grado de privacidad. Y aquí es donde las láminas opacas ofrecen muy buenas respuestas, e incluso seguridad.
Son translúcidas, por ende adheridas a las ventanas responden a la incidencia del sol estival.





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